La LSD, dietilamida del ácido lisérgico o lisérgida
es un compuesto químico semi-sintético creado en 1938 por Albert Hofmann
mientras estudiaba las sustancias naturales derivadas del cornezuelo de centeno relacionadas con el ácido lisérgico
en el departamento de química farmacéutica de los Laboratorios Sandoz de
Basilea, a pesar, o gracias, a la recomendación del fundador y director de la
sección Arthur Stoll, quien le indicó textualmente: “Le prevengo contra las
dificultades con que se encontrará al trabajar con alcaloides del cornezuelo de
centeno. Se trata de sustancias sumamente delicadas, de fácil descomposición y,
en cuanto a estabilidad se refiere, muy distintas de los que usted ha trabajado
en el terreno del glicósido cardíaco. Pero si así lo desea, inténtelo”.
El químico suizo describiría el
consumo de la LSD,
cinco años más tarde de su creación, como "una de las dos o tres cosas más
importantes que he hecho en la vida”.
Para más información os
recomiendo fervientemente este documento.
En este interesante libro el investigador narra la historia de una de las sustancias
visionarias más importantes sintetizadas por el ser humano, ampliamente
utilizada como medicamento experimental en clínicas psiquiátricas,
posteriormente utilizada como droga psicodélica recreativa por la contracultura
hippie de los sesenta y finalmente ilegalizada al ser incluida en la lista I de
sustancias estupefacientes en el Convenio de Viena del año 1971, lo que no puede justificarse desde el punto de vista científico o sanitario,
puesto que es una sustancia muy segura, presenta una baja toxicidad comparada
con otras drogas legales
y además carece de potencial adictivo. En definitiva, una molécula muy
interesante que, en mi opinión, debería ser considerada como patrimonio de la
humanidad.
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